¿Alguna vez te ha pasado en una conferencia que, por vergüenza, no te atreves a hacer una pregunta y luego te arrepientes de no haberlo hecho? ¿O te ha pasado que, por no admitir que “no sabes” tal o cual cosa, te cierras a la posibilidad de aprender algo nuevo? Estos son ejemplos de barreras que limitan nuestra capacidad de aprender, barreras que, sin darnos cuenta, juegan en nuestra contra cuando queremos expandir nuestras posibilidades o transformarnos en mejores personas.
Lo que aquí voy a compartir está basado en un artículo llamado “Aprendiendo”, escrito por Aldo Calcagni (Director de la Escuela Internacional de Coaching de The Newfield Network).
Comencemos por uno de los enemigos del aprendizaje más comunes, la “incapacidad de admitir que no sé”. Muchas personas prefieren quedarse sin aprender algo nuevo con tal de no decir que “no saben”. Sin embrago, al reconocer que «no sé», tengo acceso a un área donde soy consciente de que «sé, que no sé», y una vez que «sé, lo que no sé», puedo declarar «Aprenderé”.
Un segundo enemigo es “pensar que no puedo aprender dado quién soy”. Quizá alguna vez te has dicho a ti mismo cosas como: “yo no nací para bailar”, “yo soy malo para los idiomas” o “yo no nací para las matemáticas”. Estos juicios que hacemos de nosotros mismos son barreras del aprendizaje que se instalan en nuestra mente, cuerpo y emocionalidad.
El siguiente es: “querer tenerlo todo claro, todo el tiempo”. Hay quienes han desarrollado una especial ansiedad por tener todo claro permanentemente y cualquier momento de confusión, de duda e incertidumbre es evitado a toda costa. Como resultado, impiden comenzar sus procesos de aprendizaje. No admiten que para llegar a saber, pasamos por el no saber.
Aquí viene otro enemigo: “confundir aprender con adquirir información”. Tener información no es sinónimo de sabiduría. Aunque en muchos casos tener información es un crítico elemento del saber, si esa información no se traduce en capacidad de acción, quiere decir que la información no es más que la mera capacidad de repetir ciertas afirmaciones y nada más.
Ahora bien, cuando aprendemos de alguien, es necesario darle autoridad para que me enseñe y reconocer que ese alguien sabe lo que yo no sé. Así que dos enemigos relacionados con esto son: “no darle autoridad a otro para dejarnos guiar por él” y “no confiar en la persona que nos enseñará”.
Finalmente, si hablamos de aprendizaje, no podemos dejar a un lado las emociones… El último enemigo que compartiré es: “la ausencia del contexto emocional adecuado”. El aprendizaje requiere apertura a lo nuevo y una disposición a cuestionar lo que conocemos. Sin el contexto emocional adecuado, el aprendizaje no puede ocurrir. Como ejemplo de una emoción que limita nuestra capacidad de aprender tenemos a la arrogancia.
Lo anterior no es una lista ordenada de enemigos o barreras, ni son todas las que existen. Veámoslo sólo como ejemplos de ciertas señales para que, cuando aparezcan en tu camino, las reconozcas…